Cuando viene a mi cabeza a frase de el que no se consuela es porque no quiere, acto seguido aparece por mi mente aquella conversación al día y medio de llegar a estas tierras del norte, cuando me armé de valor para comprar una sim y un móvil aquí.
Todo comienza una mañana de lunes, en la que salgo de casa, envalentonado, pensado que bueno, que el Inglés no es para tanto y que no sería para nada complicado comprar un móvil y una sim, total eso en España son 5 minutos, a lo sumo 6.
Allá que me encamino, alguien me para en por la calle para preguntarme por una dirección. No le entiendo ni media palabra, pongo cara de póker cuando me pregunta y digo que soy nuevo en la ciudad. A mi parecer, debería de haberme preguntado por algún recóndito barrio, calle o similar además, ese inglés que usaba… no se, seguro que no era de aquí.
Total, una vez repuesto del susto de no haber entendido nada, dirijo de nuevo mis pasos hacia el centro, tras esquivar a un tremendo grupo de personas ataviadas con sus bolsas y aparejos de compras, algo que sinceramente me sorprende para ser un lunes por la mañana… entro en una de las innumerables tiendas de telecomunicaciones que hay en el centro. Una vez allí, una muy agradable señorita me pregunta que si estoy bien, algo a lo que yo respondo con un sí, sí muchas gracias … sorprendido por la pregunta (la cual el tiempo me ha enseñado, que es la primera aproximación a un cliente), comienzo a explicarle que estoy buscando un teléfono móvil y que si me puede mostrar los que tiene.
Después de un escarceo entre las muestras, consigo esquivar aquellos que superan las 100 libras y me quedo con los baratunos.
La pregunta clave, a la que uno cree que va con cartas en la manga (por aquello de ser un fricazo de las tecnologías)es cuando pregunto por las características técnicas del móvil, después de poner cara de velocidad y no pillar nada, decido saltar al siguiente nivel que es, dar la respuesta por válida sin forzar más la máquina y pagar.
Una vez que me empiezan a rellenar la ficha de cliente llega la pregunta del millón por parte de aquella agradable señorita: “date of biz” a lo que yo respondo que yo de eso, no tengo. Mi mucho ni poco, que no tengo. A esto se sucede la misma pregunta a la misma velocidad siendo mi réplica la misma. Comienzo a sospechar que debo de tener, porque los dos que están detrás del mostrador, empiezan a reírse con un poco de soslayo.
Por mi cabeza, me surgen muchas cosas, como la de por qué no eché un diccionario al bolsillo cuando salí de casa, por qué no estudié más cuando pude, por qué ésta simpática dependienta lleva un piercing en la lengua, por qué existe el acento scouse, por qué no compré el teléfono en la web de la tienda….
La cola detrás de mí se estaba empezando a hacer larga, si la cara de la chica debía de ser un poema, la mía un soneto, y la pregunta continuaba. Asoma un rayo de luz, cuando ella me dice que a ver si encuentra un sinónimo, a lo que me repite la misma palabra…..biz…..
Llegado el momento tope de agobio, estoy por dejar mi compra en el mostrador y volverme con más pena que gloria a casa, (total tampoco era tan buen móvil, pienso), cuando se me ocurre mirar el monitor, descifrando que biz era realmente birth, que no era tan complejo cómo parecía, dando la vuelta a mi caída autoestima.
El final de la historia son disculpas mutuas y salir de la tienda con paso apresurado, con un móvil nuevo y baratuno debajo del brazo, pero sobre todo con la certeza de que los próximos meses respecto al idioma no iban a ser sencillos precisamente, pero que de todo se aprende. Total el que no se consuela es porque no quiere.